lunes, 10 de septiembre de 2012

Los mejores 10 comienzos de una novela

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Todas historia tiene un comienzo, pero hay algunas que tienen principios que no podemos olvidar, que quedan grabados en nuestra memoria y con solo escucharlos ya sabemos a quien pertenecen.

Es por esto que elegí una selección de 10 de los mejores comienzos de una novela (aunque es muy difícil acotarlos) para compartir con ustedes, con la esperanza de que les despierten la curiosidad que despertaron en mi.  La traducción a veces le saca algo de la magia que poseen, por lo que recomiendo que los lean en su idioma original si tienen la oportunidad.

10. El extranjero (1942), de Albert Camus
Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.
9. Crónica de una muerte anunciada (1981), de Gabriel Garcia Marquez
El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para
esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de
higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al
despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros.
8. Los detectives salvajes (1979), de Roberto Bolaño
He sido cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así.
7. Moby Dick (1851), de Herman Melville
Llamadme Ismael. Hace años, no importa cuántos exactamente, hallándome con poco o ningún dinero en el bolsillo y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de ahuyentar la melancolía y arreglar la circulación.
6. El gran Gatsby (1925), de Francis Scott Fitzgerald 
En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces, no ha cesado de darme vueltas por la cabeza."Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien -me dijo- ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas..."

5. Lolita (1955), de Vladimir Naboko

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuan­do firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.
4.  Historia de dos ciudades (1859), de Charles Dickens
Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos directos al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto.
3. El Hobbit (1937), de J R R Tolkien
En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.
2. El guardián entre el centeno (1951), de J.D. Salinger
Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada.
1. Anna Karenina (1877), de León Tolstoi
Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada.


miércoles, 2 de mayo de 2012

Desafío: 100 días de entrenamiento antes del fin del mundo

Este es el año en que cumplo mis 30. El deporte fue siempre una parte importantísima de quien soy, y cada vez estoy mas convencido de que la desición de vivir una "vida sana" mejora substancialmente la calidad de nuestros días. Por eso, y a pesar de estar en un buen momento, decidí hacerme un desafío personal que me permita llegar a mi trigésimo año de existencia en la mejor condición física que nunca tuve.

El Calendario Maya indica que el 21 de diciembre es el fin de una era (y para algunos el fin del mundo), yo no creo particularmente que esto sea cierto pero he decidido que antes de esta fecha debo cumplir 100 días de entrenamiento. Hoy estamos a 1 de mayo de 2012 y solamente faltan 235 días para el 21 de diciembre, lo cual indica que debo entrenar en uno de cada 2,35 días para lograr este objetivo.

Para no dejar librado a mi interpretación personal lo que representa un día, propongo que el criterio utilizado para medirlo sea el siguiente:
  • Una hora o más de actividad aeróbica. Puede ser squash, tennis, futbol, ski, etc.
  • Correr 5 o mas kilometros.
  • Andar mas de 20 kilometros en bicicleta.
  • Más de una hora y media de yoga.
  • Un día en el que se realicen mas de dos de las mencionadas arriba, sigue contando como un solo día.
Puede parecer una tarea fácil a simple vista pero todavía queda todo el invierno por delante y va a requerir de mucha voluntad el cumplir con este desafío personal.

Adicionalmente como la "vida sana" no abarca exclusivamente a lo deportivo, este desafío se va a extender también a mis hábitos alimenticios. Mi nueva dieta para los proximos meses será:
  • Frutas y verduras una vez pordía.
  • Nada de hamburguesas, salchichas, patitas de pollo, etc.
  • Pizza y empanadas, máximo una vez por semana cada una (es dificil bajarlo por el trabajo)
  • Nada de Coca, Coca Light, Sprite, Sprite Zero o de ningun tipo (se entiende que no quiero decir gaseosa), salvo en algún permitido de fernet (ver abajo).
  • Solamente 3 medidas por semana (vaso de cerveza, copa de vino, fernet, etc). Excepto en casamientos.
  • Nada de pan con las comidas.
Una vez alguien contesto cuando le pidieron que dijiese una cualidad mía que era VOLUNTARIOSO, parece que ahora voy a tener que ponerme a prueba.
Este es mi nuevo desafío para este año...

Milo

jueves, 19 de abril de 2012

El camino de regreso



Ayer caminé lejos tuyo amor,
y creo que me perdí.
Buscando dentro mío andaba,
cuando levanté la vista ya no te ví.

Queriendo que me entiendas hablaba,
pero yo no te escuché.
Tratando de que me mirararas siempre,
de a poco te alejé.

Tuve miedo que por ser tan diferentes,
no me quisieras bien.
Mejor hubiese sido que te abrazara,
y que yo te escuchara también.

Ahora andás como lejos mío,
si sentís mi voz, volvé.
Porque el camino de regreso,
yo solo no encontraré.

Milo Ferre

martes, 27 de marzo de 2012

No te ve (o no TV)

 Hace mucho que no actualizaba el blog.


Cuando miro hacia atrás y analizo el porque no escribí nada en los últimos cuatro meses, surgen un sinfín de excusas tales como "tuve mucho trabajo", "estuve de vacaciones", "estuve ocupado con la mudanza", y mi favorita es la simple "no tuve tiempo para escribir". Se que somos parte de la sobreestimulada Generación Y que jamás tiene tiempo en sus apretadísimas agendas plagadas de eventos laborales, deportivos y sociales para hacer nada que no se considere productivo, pero debe haber algo que se me pasó por alto ya que en este tiempo sentí un hondo vacío literario en mi pecho.

Hace poco menos de un mes me mudé a un nuevo departamento y tomé una decisión radical, no colocar televisión por cable. Los primeros días sin cable sentí una honda soledad que intenté llenar con la decadente televisión de aire y viendo series y películas por la web. Pero obviamente ninguno de estos placebos lograba aplacar mi latente deseo de entretenimiento.

Sin embargo al pasar un par de semanas comencé a disfrutar del silencio y de la soledad de mi nuevo hogar, y sentí como nuevamente se despertaban latentes deseos literarios en mi interior. Lentamente retomé la lectura por las noches y me reencontré con viejos amigos como San Agustín, Miguel Cané y Adolfo Bioy Casares y el sueño de sus héroes. De a poco me vuelvo a sentir a gusto y hoy me pongo de nuevo tímidamente a escribir unas palabras que espero que sean las primeras de muchas.

El próximo paso es deshacerme por completo de la TV y en el tiránico lugar que hoy ocupa en mi living colocar una biblioteca y plantas, y este será el monumento signo de su derrota.